Oporto, un vino centenario


Por Mar Sánchez

31 de Diciembre de 2011



En el margen izquierdo de un río que llega a su desembocadura cargado de dignidad está Vila Nova de Gaia, residencia de bodegas centenarias, y a unos cientos de metros, tras cruzar el puente obra del discípulo de Eiffel se encuentra Oporto; Majestuosa, que por algo ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad, y vigilante, que para eso da nombre a los famosos vinos fortificados que duermen en la otra orilla.




Cuando los vinos llegan a la ciudad portuguesa ya han recorrido un largo camino desde las escarpadas laderas donde se encuentran las cepas que los vieron nacer. Antiguamente viajaban por el río en barricas de madera llamadas “pipas” a bordo de los “rabelos” , embarcaciones que surcaban las aguas del Douro con el preciado cargamento y que hoy descansan en la orilla como símbolo de la ciudad y de su tradición vinícola.





Son muchos los tipos de Oporto. Una gran familia con distintos estilos perfectamente clasificados que ofrecen una amplia gama de colores y matices en nariz y boca. Desde los más desconocidos blancos, dulces o secos y los vivos y afrutados “Ruby “ a los opacos y concentrados “vintage “ , vinos elaborados en años excepcionales con las mejores uvas de diferentes viñedos pero de una única cosecha que envejecerán entre 10 y 15 años antes de poder ser degustados.





Hemos disfrutado esta escapada enológica donde Celia y Bodegas Cálem nos han hecho de anfitriones perfectos, acercándonos un poco más a una ciudad llena de magia y sus maravillosos vinos.